El creador de las bandas de sonido de "Cinema Paradiso", "Novecento", "La Misión", "Kill Bill" y "Los intocables" falleció en Roma a los 91 años.
Como creador de muchas de las músicas cuya simple escucha nos remiten a las sensaciones experimentadas con algún filme, para lo cual basta citar como ejemplo a “Cinema Paradiso”, “Novecento”, “La Misión” y una larga saga ligada al spaghetti western, Ennio Morricone ya había alcanzado la altura de leyenda, aún antes de su muerte, ocurrida este lunes a los 91 años en Roma.
Es que, con esta robusta obra, el genial compositor italiano convirtió a las bandas sonoras en un género por sí mismo, caracterizado por amalgamar de manera natural con la imagen pero, a la vez, poder disfrutarse de manera independiente y narrar la historia sin necesidad del soporte visual.
Para ello mixturó de manera sutil las influencias tomadas de la música clásica, algunas características de autores contemporáneos y sonoridades ligadas a la tradición popular italiana.
Con más de 500 títulos firmados, el artista dejó su sello en la historia del cine, sin distinción de rubros, a partir de su alianza creativa con directores tan disímiles como Sergio Leone, Bernardo Bertolucci, Giuseppe Tornatore, Pier Paolo Pasolini, Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar, por citar solo algunos.
Al respecto, el músico no solía limitar su labor en un filme a la composición y ejecución del material, sino que opinaba activamente sobre las escenas en donde debía ser utilizado, lo cual le valió algunas discusiones memorables, como el enojo que tuvo con Tarantino al ver el corte final de “Django sin cadenas”.
Acaso como prueba de los caminos paralelos por los que suelen transitar el arte y la crítica, Morricone recién fue reconocido por la Academia de Hollywood en 2016, más allá del Oscar honorífico de 2006, por “Los 8 más odiados”, el filme de Quentin Tarantino, cuya convocatoria tuvo sabor a homenaje.
Nacido en Roma, Morricone fue un estudiante precoz de música que de muy pequeño tocaba la trompeta, a los seis años componía sus primeras piezas y a los 12 años ingresó al Conservatorio, en donde realizó en seis meses un curso de armonía de cuatro años.
Aunque su primera banda sonora formal fue para la película “El Federal”, de Luciano Salce, de 1961; el compositor ya había trabajado como “escritor fantasma” en composiciones para filmes, que fueron firmadas por reconocidos autores.
Sin embargo, el nombre de Morricone comenzó a sonar con fuerza cuando inició una larga sociedad con un viejo amigo de la infancia, el cineasta Sergio Leone, con quien trabajaría codo a codo en una saga que daría origen a un género ligado no sólo a una estética, sino también a los sonidos creados por el genial compositor.
Sin embargo, el artista no quedó atado a un género musical y exploró otras sonoridades en filmes como “Novecento”, “La batalla de Argel”, “Los Intocables”, “¡Átame!”, “Saló o los 120 días de Sodoma”, “La jaula de las locas”, “El profesional”, “La misión” y, fundamentalmente, “Cinema Paradiso”, una de sus creaciones más memorables.
Aunque hacia los primeros años de este siglo Morricone ya era parte de la historia grande de la música -y el cine-, el compositor inició una serie de colaboraciones con Tarantino, un viejo admirador suyo, que lo mantendrían en los primeros planos, revalidaría su leyenda ante nuevas generaciones, reavivaría relaciones complejas del músico con directores y le daría su único Premio Oscar en competencia.
“Kill Bill” fue la primera colaboración; le siguió “Django sin cadenas”, que provocó el famoso enojo del músico con el director, y cerró “Los 8 más odiados”, con el que obtuvo el preciado galardón.
Activo hasta sus últimos días, el músico había sufrido una caída en su casa, que le había provocado una fractura en el fémur, que lo obligó a internarse y detener su incansable labor.
En estas horas, personalidades del mundo del cine y la música despiden con mensajes en las redes sociales al genial compositor; del mismo modo que se expresó el Gobierno italiano.
“Recordaremos siempre, con infinito reconocimiento, el genio artístico del Maestro Ennio Morricone. Nos ha hecho soñar, emocionar, reflexionar, escribiendo notas memorables que permanecerán indelebles en la historia de la música y del cine”, escribió en Twitter el primer ministro, Giuseppe Conte.
Por su parte, el presidente, Sergio Mattarella aseguró en un comunicado que “la desaparición de Ennio Morricone nos priva de un artista distinguido y brillante”.
“Músico refinado y popular al mismo tiempo, dejó una profunda huella en la historia musical de finales del siglo XX. A través de sus bandas sonoras, ha contribuido en gran medida a difundir y fortalecer el prestigio de Italia en el mundo”, destacó en el escrito.
En tanto, la familia del artista emitió un comunicado en donde informa que el funeral se llevará a cabo en forma privada “por respeto al sentimiento de humildad que siempre ha inspirado los actos de su existencia”.
La biografía de Morricone detalla que fue reconocido con tres Grammys, cuatro Globos de Oro, un León de Oro y el premio Príncipe de Asturias 2020, entre otros galardones. Pero lo más importante es que al escuchar su música podemos ver a Clint Eastwood como un implacable vaquero o a un consagrado director de cine que regresa a su pueblo y se emociona con el “tesoro” dejado por el hombre que lo inspiró de niño.